Acerca del Hablar de los Niños. Por la Lic. Marcela Burcaizea

Después de la interesante conferencia que brindó esta prestigiosa especialista, le pedimos que nos escriba un resumen de su ponencia, que a continuación compartimos.

El desarrollo del Lenguaje es un complejo proceso de construcción creativo que en pocos años un niño lleva a cabo para llegar a ser un hablante competente, alrededor de los cinco años de edad.

Desde el momento mismo en el que el bebé nace, es arrullado por la voz materna, a modo de envoltura sonora. Esa voz cargada de afectividad y emociones porta los sonidos de la lengua, del idioma, con todos sus componentes: el Componente Fonológico – Fonético, que son los sonidos de nuestro idioma que luego en la escritura se corresponderán con las letras, el Componente Morfosintáctico que tiene que ver con la forma de las palabras y la combinatoria de las mismas en un orden tal que tenga sentido y pueda ser comprendido, el Componente Semántico que se refiere al significado y por último el Componente Prosódico que tiene que ver con la melodía propia del idioma, su entonación y acentuación.


Este proceso de apropiación de la lengua, es producto de un arduo trabajo que lleva adelante el bebé o niño y que lo realiza de un modo espontáneo pero siempre con otro, a través de las variadas situaciones dialógicas, concibiendo el diálogo como un espacio y tiempo de encuentro, en el que cada uno participa según su turno y de manera alternada, ocupando el lugar de quien habla y quien escucha. De hecho, ya desde el período del Balbuceo, alrededor de los 6 a 9 meses de edad, la madre habla a su bebé mirando su rostro, imprimiendo a su voz matices afectivos dirigidos a él, calla, espera y pide su respuesta, que llega de parte del bebé con producciones silábicas que contienen esos sonidos que son de la lengua. Esta situación de diálogo posibilita el despliegue del proceso de construcción del Lenguaje.

Es muy importante tener en cuenta que un niño de entre 2 y 3 años de edad no comprende el significado de todas las palabras ni de todos los diferentes tipos de enunciados que le son dirigidos: preguntas, consignas, advertencias, declaraciones, argumentaciones o usos como chistes, metáforas, presupuestos. En cambio sí puede interpretar la intencionalidad del enunciado que le es dirigido según el tono de voz utilizado, la gestualidad del rostro y el cuerpo y el contexto. Muchas veces se le supone a un niño una comprensión que no es tal y eso lleva a malentendidos. Una cosa es lo que los niños entienden y otra diferente es la que los adultos creen que entienden.

Cuando hablamos lo hacemos siempre desde un lugar personal, único, propio, singular, familiar, histórico. Hablamos desde nuestra identidad.

Cuando le hablamos a otros tenemos una intención. Cuando los otros nos hablan tienen una intención.

Esta intención en ocasiones está claramente contenida en las palabras que usamos (por ejemplo en frases imperativas), otras veces no y sólo se hace presente para el otro a través del tono de voz que utilizamos al pronunciarlas, o incluso contradice el enunciado lingüístico, o éste se deduce por el contexto en el cual es dicho. En muchas oportunidades, las mejores, toda la información es coincidente: la intención, lo lingüístico, lo gestual y/o paraverbal, la entonación, el contexto. No hay malos entendidos ni necesidad de reformulaciones o rectificaciones. Las personas conversan. Están unidas a través del Lenguaje.

Las personas adultas, en el mejor de los casos, poseen recursos psíquicos, lingüísticos, culturales, sociales que pueden seleccionar y utilizar del modo posible y que consideren más adecuado u óptimo según su interlocutor y el contexto, para hacerle saber al otro lo que piensan, lo que quieren o no, lo que sienten, lo que creen o no, si han comprendido o no lo que se les dijo o si es necesario que vuelvan a hacerlo, y de esa manera permanecer con el otro.

Hasta los 3 años de edad y algo más, un niño no cuenta todavía con esos mismos recursos y sí en cambio desea y necesita preservar el encuentro con el otro y permanecer con él. Estar juntos. Juntos a través del Lenguaje. No quedarse solo.

Pensemos entonces muy bien …….qué le decimos……. cómo le decimos…….. por qué le decimos……. y para qué le decimos lo que le decimos a los niños, y muy especialmente a niños de esta edad.

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